Perro coraje con la creatividad

Hoy así, con “palabrotas”. Qué pinche perro coraje la incitiativa del Gobierno de la Ciudad de México, con la UNESCO y Airbnb: ‘Alianza para el desarrollo, fortalecimiento y promoción del Turismo Creativo y los Nómadas Digitales’. (26/10/2022)

Ya sabemos lo que ha ocasionado Airbnb en diversidad ciudades. Los despojos y los desalojos. El incremento de rentas y la pérdida de una identidad en los barrios que básicamente están llenos de turistas que gozan de tener salarios más altos qué la población local.

Sí, el centro de la Ciudad de México va a seguir mejorando. Pero esas mejoras van a ser sólo para unos cuantos y ni siquiera mexicanos. La derrama económica no va a beneficiar a quien más lo necesita.

El gobierno debería estar haciendo alianzas para el campo mexicano, tratados internacionales que no pisoteen los derechos del suelo, cuidando los recursos naturales y fauna y bueno… No hablemos de la protección de derechos humanos.

No, no se necesita un impulso al “turismo creativo”. No se necesita hacer más grande el patio de recreo que ya es el país.

Cuando los extraños hablan

Mirando a los pasantes, el hombre de la mesa de a lado preguntaba: ¿cuánto es suficiente? ¿Cuántas veces lo va a dejar uno pasar por alto? ¿Cuántas veces va uno a perdonar? Ya perdí la cuenta. Es que creo que en mi cabeza una no ha sido ninguna. Se me olvidan las cosas. Supongo me gusta olvidarlas. Sólo así me justifico. Lo justifico. ¿No se trataba de eso?

Dicen que el amor lo puede todo y que lo perdona todo. Yo he aprendido que el amor de entrada no haría esas cosas que uno tendría que guardar en el alma como un puñal atrevesado. El amor no haría eso por lo que haya que estar perdonando más de una vez.

El amor también se cansa y eso de perdonar y perdonar…o uno no tiene límites o el otro abusa. O ambas. ¿Entonces esto qué es, si no es amor? Ve, le digo que olvido. Me digo que he aprendido, pero se me olvida, porque si no, no funciona. No me funciona. Al final nunca ha hecho nada malo, supongo. Pero igualmente duele, duele bastante. Entonces veo que me ha herido y que he dejado que me duela. No puedo parar.

Aunque igual aprendí que entre más perdona uno… Entre más perdona uno actos que atentan contra la relación y por ende, contra nuestra persona, la dignidad se ha quedado embarrada en el piso. Y al otro le gusta trapear con ella. ¿Pero eso era el amor, qué no? Perdonar y perdonar y perdonar.

¿Por qué habrían de cambiar? Ya saben que pueden hacer lo que quieran. Claro, habrá momentos buenos – ha habido momentos muy buenos; pero en el fondo, cuando uno se deja pisotear más de una vez, ya le perdieron el respeto a uno hace mucho. Pero ahora todo es diferente. Es que estaba mal. Ahora ya podremos mejor.

Entonces, ¿cuánto y hasta cuándo es suficiente? Eso es lo único que no he aprendido. Supongo habemos quienes vivimos de faltarnos al respeto a nosotros mismos. Vivimos apegados a la existencia del otro. Somos a veces como perros. Aunque nos patean, si después llegan con caricias y premios, seguiremos creyendo que eso es amor. Porque no conocemos otra cosa.

¿Y por qué no conocemos otra cosa? Supongo que porque no queremos. Porque nos da miedo. ¿Qué nos pasó antes para creer que esto funciona así? ¿Qué me falta? O quizá me sobra mucho de algo que no sé que es. Me quedé…

Nos conformamos con ser una opción. Hemos visto nuestra existencia pasar por los días más terribles y creemos que son pruebas de amor verdadero. ¿Quién dijo que el amor dolía?

Sabemos lo que ha estado mal, lo que está mal y tal vez lo que seguirá estando mal… Pero ahí seguimos. Nos damos cuenta que el otro sigue ahí, porque somos los únicos que igualmente seguimos ahí. Igual de absurdo. Ya todos se fueron. Pero ahí está uno, con los brazos abiertos y la cabeza agachada. Como si no nos sintiéramos merecedores de otra cosa. Pero es que esta vez ya será diferente.

¿Cuánto es suficiente? Ha vuelto, pero nunca se fue porque tampoco nunca lo dejé irse. Se había querido ir, pero corrí detrás. Cuando quise irme, entonces regresó. Y le dejé entrar. No importó nada. Creí que estaba bien. Se me olvidó el mundo.

Ni nos sueltan, ni soltamos. Y creemos que eso es dedicación. Creemos que la persistencia es amor, como si tuviéramos que demostrar nuestro valor para que nos elijan. Y se nos va la vida… Porque… Si sigue ahí es por algo, ¿no?.

¿Cuántas veces voy a tener que demostrar que valgo? – Pero creo que esta ya es la última -. Es que a lo mejor no me creo que valga y por eso sigo donde ya me acostumbré al dolor. Que en muchas ocasiones se pone el vestido de compromiso y felicidad. Entonces me agarro de ahí cuando vuelve a haber problemas. Que fundamentalmente sé que no son saludables. Pero es que… ¿Y todo lo hermoso? Porque es hermoso, ¿no? ¿No era así el asunto? ¿Para bien y para mal? O tal vez entendí mal. Nadie me explicó que no se trataba de estar a costa de mi propio ser. Tal vez ya es muy tarde… O es que esta vez ya será diferente.

Además, muchas cosas han sido mi culpa. Claro, yo soy parte del problema. Yo hice que se alejara. Pero ya he cambiado. Esta vez será diferente. Al final, creo que ya se decidió. Hemos podido al final. O yo pude. Le puse empeño. Sí, debe ser eso. Es que…

El torbellino es lo familiar. Me creí el cuento de que a más aferrarse, más amor. Se me olvida que debería aferrarme a mí. Quizá no creo en mí. Quizá dependo del otro para existir. Es que si no, no me explico porque a veces me veo al espejo y no me reconozco. Pero es que yo tampoco estaba bien. Ahora ya sé mejor. Ya no dolerá. Ya pasó. Quizá nunca y nada es suficiente.

Dejó su copa de vino sobre la mesa mientras el vecino de la otra mesa lo miraba perplejo. Se levantó y le dijo: “su copa va por mi cuenta, gracias.”

24

Al final, el 24 del 04 de 2021 siempre estará lleno de amor.

Me estaba dando un regalo sin saberlo y hoy que lo reconozco, me agradezco.

He empezado a ser más vulnerable con sentido conmigo misma. Me he seguido reconociendo, en el dolor y en la felicidad.

El camino de la libertad puede ser uno solitario. Puede a veces asustar, pero derrumbar clichés y mitos también es reconfortante.

Todos los 24 siempre serán un recordatorio de fortaleza y amor. También de descubrimiento del crecimiento emocional.

En un 24 me perdí y me encontré.

Niveles

Una vez le dijo: “estás en otro nivel y te quiero alcanzar. Quiero estar donde tú estás.”

Pero sé tropezó y ya no se levantó.
Quizá era bueno que aceptara que no estaba a su nivel.

El silencio fue el engaño más violento.
Mi terrible experimento falló.
Si te alejé de mí, si te fallé y me fui,
fue porque mis mentiras me daban miedo.
Tú me creíste y yo me volví tan bueno fingiendo.
– Camila / Mario Domínguez Zarzar y Ana Mónica Vélez

Presente

Esa sensación de emoción por el presente es liberadora. La calma de ver hacia atrás y hacia adelante sin ninguna prisa.

Así se debe sentir la serenidad, cuando se está cómodo. No eufórico, no temeroso, no ansioso, no jovial, no resignado… Simplemente cómodo en la propia piel. Preparado.

Yo amo los mundos sutiles,
Ingrávidos y gentiles…
Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar

– Juan Manuel Serrat / Antonio Machado Ruiz